top of page

¿Hablamos de la culpa?

Actualizado: 11 nov 2020

   La comprensión y entendimiento de nuestras emociones, es vital para comprendernos a nosotros mismos. Generalmente, tendemos a rechazar las emociones negativas, al igual que todo aquello que las provoca. Pero en muchas ocasiones, también las intensificamos mediante pensamientos o acciones que, lejos de ayudarnos, nos perjudican y no nos dejan avanzar. Hoy, os propongo hacer un viaje al interior de la culpa, y os animo a que analicéis de esta emoción en vuestra vida.



¿Hablamos de la culpa?


  La culpa no es una emoción primaria como la tristeza, la alegría o el miedo, es una emoción social que depende de circunstancias contextuales y personales. Podemos decir que la culpa es la emoción de angustia o malestar que surge tras la realización de conductas (físicas o mentales), que trasgreden el sistema de normas y valores de la persona, o que no tienen la consecuencia positiva deseada. Desde una perspectiva analítico-funcional cualquier emoción, incluidas las negativas, tienen una función concreta y tienen un propósito adaptativo. Por lo que, comprender su utilidad es fundamental para entendernos a nosotros mismos.


  Si hacemos una radiografía de la culpa, podemos observar unos elementos concretos: quién se siente culpable, el objeto de la culpa (qué nos hace sentir culpables o aquello de lo que se nos culpa), la finalidad de esta emoción (para qué tenemos este sentimiento de culpa, su funcionalidad), su expresión (a través de acciones verbales o motoras o pensamientos) y por último las consecuencias que tiene para el sujeto (reestructuración del daño, búsqueda de apoyo social, autoflagelación cognitiva etc).


  El objeto de la culpa, no siempre tiene una relación directa con esta emoción. De hecho a nivel clínico, el DSM-5 nombra explícitamente la existencia de culpa en el Trastorno Depresivo Mayor o su ausencia en el Trastorno Disocial, en ambos casos en un contexto más amplio de psicopatología. Esto nos lleva a reflexionar sobre la relación entre culpa y responsabilidad. Ser responsable, significa asumir las consecuencias de la propia conducta, pero existen casos en los que actuar de forma intencional, conociendo las consecuencias y la emoción de culpa no están asociadas. Por otra parte, también se puede sentir culpa sin haber realizado una acción social o moralmente relevante, como ocurre en la depresión.


  La culpa tiene una relación fundamental con nuestras características personales, de tal forma que hay personas que tienen más tendencia que otras a sentirse culpables. Esto depende de nuestra autoestima, del locus de control interno (real o potencial), la probabilidad de hacer daño o de pensarlo o la moralidad personal.


  La autoestima es el resultado de la suma de la confianza y el respeto por uno mismo y se relaciona con la culpa de forma inversamente proporcional, es decir a menos autoestima más culpa. Tener una autoestima alta, nos hace sentirnos confiados, capaces de enfrentarnos a desafíos y capaces de defender nuestros derechos, intereses y necesidades. Por el contrario, una autoestima baja o fluctuante, puede hacernos sentir inútiles, equivocados en nuestras decisiones, manifestar incoherencias en nuestro comportamiento y ser inseguros. Todo ello general culpa en mayor medida y en situaciones que siendo honestos, no dependen de nosotros.


  En numerosas ocasiones, la culpa se usa de un modo autocompasivo o como un intento de explicar un suceso que para nosotros es importante. Por ejemplo, tras una ruptura de una relación podemos sentirnos culpables por no haber sido más comprensivos con nuestra pareja, o tras la muerte de un familiar tras una larga enfermedad, podemos sentirnos culpables por no haber sido más tolerantes con él o ella en alguna ocasión. Esto implica que la culpa, proviene de la interpretación que hacemos sobre nuestro pasado o presente, el cuál no tiene por qué ser lo más acertado. Podemos usar la culpa, teniendo un razonamiento erróneo de la situación y generando malestar emocional innecesario.


  El Locus de Control interno puede ser definido como la percepción de que los eventos ocurren principalmente como efecto de nuestras propias acciones, es decir la percepción de que tenemos el control sobre nuestra vida. Para sentirse culpable es necesario asumir algún grado de control actual o potencial. Por tanto podemos sentirnos culpables por creer que podríamos haber actuado para prevenir lo sucedido, independientemente de si objetivamente esta acción se podría haber llevado a cabo.


En cuanto a la moralidad personal, la culpa puede ser justificada como un castigo por acciones individuales o colectivas (a veces involuntarias), que provienen de una interpretación religiosa o mística o del sesgo de creencia de un mundo justo. Este último, es la idea de que las “personas buenas” tienen tendencia a que les sucedan eventos positivos y por el contrario, las “personas malas” tienen tendencia a que le sucedan eventos negativos. Lo cual nos puede hacer sentir culpables por no ser lo suficientemente buenos o por no realizar suficientes acciones positivas, o culpar a otras personas bajo el mismo criterio ilógico.


  En relación a la práctica clínica, es necesario conocer cómo la persona conceptualiza la idea de culpa, así como la intencionalidad o el significado de las acciones que le han llevado a este sentimiento de malestar. A veces las declaraciones de culpa son una cortina de humo para ocultar ideas rechazadas de forma inconsciente, así como miedos o necesidades como miedo a la soledad, miedo a perder el trabajo, necesidad de aceptación, necesidad de sentirse querido etc. Os propongo el ejemplo más práctico: "No he logrado vivir de acuerdo con las expectativas o parámetros de otra persona. Tengo miedo a admitir que mis expectativas son demasiado elevadas. Tengo miedo de reconocer cuánto me agobia lo que se espera de mí. Así que, en cambio, me digo a mí misma, y les digo a los demás, que me siento culpable de no haber hecho lo correcto, por no haber tomado la mejor decisión, por no ser lo suficientemente responsable y de ese modo no tengo que temer comunicar mi miedo real o poner en peligro mi relación con mi familia, mi pareja, mis amistades o mi trabajo".


  Trabajar la culpa en terapia lleva consigo trabajar con las cogniciones y/o asumir las consecuencias de la propia conducta y no torturarse por ello, sino aceptar nuestros comportamientos y emociones de forma adaptativa. A través de la terapia cognitiva, se pueden trabajar y corregir cogniciones absolutistas, pedir perdón por los daños causados si es necesario y aprender de esa experiencia. También podemos hacer una autocrítica y valorar si realmente es una culpa “justificada” por nuestra baja autoestima o necesidades asociadas a esta.


   Un recurso muy útil es la técnica de la reatribución, la cual se emplea cuando una persona se atribuye de forma errónea las consecuencias negativas a una deficiencia personal, como la falta de capacidad o de esfuerzo. Se trata de revisar los acontecimientos de forma lógica, atendiendo a la información disponible y aplicar la responsabilidad a quien verdaderamente corresponda. Así mismo, también se le puede atribuir la responsabilidad momentáneamente a otra persona para obtener una visión más objetiva de la culpa y trabajarla de ese modo. Es decir, valorar estamos siendo realmente justos con nosotros mismos igual que lo seríamos con otra persona.


"La culpa nunca ha sido racional; distorsiona todas las facultades de la mente humana y las corrompe; le quita la libertad de razonar y lo deja confuso".  Edmun Burke


Referencias Bibliográficas


- Asociación Americana de Psiquiatría. (2013). Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (5 ª ed.) DSM-5. Arlington, VA: American Psychiatric Publishing

- Ballbé, R. (1964). Reflexiones sobre el sentido de la culpa. Revista de Psicología, 1, p. 13-26. Disponible en http://www.fuentesmemoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.845/pr.845.pdf

- Beck, A., Rush, J., Shaw, B y Emery, G (1984). Terapia Cognitiva para la Depresión. Editorial RDD, capitulo 8 pp.133-153.

- García-Haro, J. (2014). Culpa, reparación y perdón: Implicaciones clínicas y terapéuticas. Recista de Psicoterapia, Vol. 25, Nº 97, pp. 177-208.


74 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
Publicar: Blog2_Post
bottom of page