La depresión afecta a más de 300.000 personas en todo el mundo según la OMS y está considerada como la tercera enfermedad mental más frecuente, por detrás de los trastornos de consumo de sustancias y los de ansiedad. Durante la adolescencia se producen numerosos cambios tanto físicos como psicológicos, que hacen que consideremos esta etapa de alta vulnerabilidad. En este artículo, hablamos sobre la depresión en adolescentes, criterios, síntomas, factores de riesgo, causas, evaluacion, tratamiento y qué podemos hacer para ayudar.
La Depresión en adolescentes
La adolescencia es el periodo comprendido entre los 12 y los 18 años aproximadamente (aunque hay autores que alargan esta etapa hasta los 19 o 20). Estos años se acompañan de cambios muy importantes, que afectan de manera individual y pueden aumentar la probabilidad de sufrir un trastorno mental como depresión, ansiedad o trastornos de la conducta alimentaria. Podemos resumir estos cambios evolutivos en:
Cambios a nivel corporal: aumento de vello corporal, altura, composición de la grasa corporal etc. Todos estos cambios suponen una reorganización en la vida del adolescente, el cual puede repercutir en su autoestima.
Cambios a nivel Cognitivo o Psicológico: Según Piaget, los adolescentes se encontrarían en el estadio del pensamiento operacional formal. A nivel cognitivo, los adolescentes muestran sesgos de pensamiento típicos como pueden ser la audiencia imaginaria (imaginar que todos están pendientes de él o ella) y la fábula personal (el sentimiento de que el adolescente es indestructible y único). También pueden tener problemas relacionados con el desarrollo del autoconcepto y la autoestima, así como en la gestión de sus roles sociales. Además, durante la adolescencia se constituye una identidad ocupacional y sexual.
Desarrollo social: no sólo cambian el tipo de relaciones sociales, si no también cómo estas afectan al adolescente, así como las figuras de apego. No es nada extraño que un adolescente tenga épocas de rebeldía en el entorno familiar, una mayor influencia y mayor presión social por parte de sus amigos, problemas de conducta e incluso depresión. El adolescente ya es capaz de cuestionar sus propios valores así como roles sociales e identidad.
Actualmente ni el DSM-5 ni el CIE-10 consideran la depresión en adolescentes como una categoría independiente. El motivo es que la depresión, tanto en adolescentes como en adultos, presenta síntomatología muy similar que cambia a nivel individual y según la etapa vital.
Según el manual diagnóstico de los trastornos psiquiátricos DSM-5, la depresión se caracterizaría por los siguientes criterios:
A. 5 o más de los siguientes síntomas han estado presentes durante un periodo de 2 semanas, y representan un cambio respecto al funcionamiento previo:
Estado de ánimo depresivo la mayor parte del día.
Disminución acusada del interés o de la capacidad para el placer en todas o casi todas las actividades.
Pérdida importante de peso sin hacer régimen o aumento de peso o pérdida o aumento del apetito casi cada día.
Insomnio o hipersomnia.
Agitación o enlentecimiento psicomotores.
Fatiga o pérdida de energía.
Sentimientos de inutilidad o de culpa excesivos o inapropiados.
Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse.
Pensamientos recurrentes de muerte, ideación suicida recurrente sin un plan específico o una tentativa de suicidio o un plan específico para suicidarse.
B. Los síntomas provocan malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.
C. El episodio no son atribuibles a los efectos fisiológicos directos de una sustancia y otra condición.
D. La ocurrencia de un episodio depresivo mayor no se explica mejor por la presencia de otro trastorno mental.
E. Nunca se ha producido un episodio maniaco o hipomaniaco.
Claves para identificar la depresión en adolescentes
La sintomatología de la depresión en adolescentes y en adultos es bastante similar. Sin embargo, la depresión en adolescentes puede ir acompañada de una serie de síntomas o características que nos ayuden a identificarla:
Problemas de sueño o cambio en los hábitos nocturnos: Dormir menos de lo habitual, dormir en exceso, quejas sobre un sueño no reparador o sobre sueños de temática triste, pesadillas o muerte.
Cambios en los hábitos de alimentación: aumento o descenso de apetito o del peso. Puede incluso haber relación entre la existencia de una depresión y la anorexia u otro trastorno de la conducta alimentaria. La alimentación puede ir asociada a quejas sobre su aspecto físico.
Disminución de autoestima y autoimagen deteriorada, junto con pensamientos de invalidación y falta de amor propio.
Pérdida de interés por actividades que antes disfrutaba: disminución o cese de las salidas con compañeros de clase o dejar de hacer deporte. Puede darse como una falta de motivación por realizar actividades que antes le apetecían con frecuencia. Puede darse incluso aislamiento social
Irritabilidad o tristeza espontánea: cambios de humor sin aparente razón, llanto frecuente, quejas sobre su mala suerte o lo mal que le van ciertos aspectos de su vida, sentimientos de culpa, berrinches y peleas frecuentes por motivos aparentemente leves. Esto también puede ser importante de cara al diagnóstico de la depresión en adolescentes.
Bajo rendimiento escolar y quejas sobre la falta de concentración y motivación: la depresión en adolescentes, puede afectar al rendimiento escolar de forma directa e indirecta. Una baja motivación, un estilo cognitivo rumiativo, pensamientos negativos sobre su futuro y bajas expectativas, pueden ayudar a disminuir las calificaciones y el rendimiento en el ámbito escolar. Es frecuente que al adolescente ya no le importe sus calificaciones, dado que su visión de futuro es pesimista.
Comentarios negativos sobre sí mismo, aspectos de su vida o el futuro: en la depresión es frecuente encontrarnos con la “triada cognitiva”, es decir pensamientos negativos acerca de sí mismo, el futuro y el mundo. Estas verbalizaciones pueden ser usadas por el adolescente para expresar sus sentimientos o emociones, así como darnos pistas de su autoconcepto, autoestima y la depresión.
Comportamientos agresivos, abuso de alcohol y sustancias: aunque deben tenerse en cuenta otros criterios diagnósticos como trastorno disocial, la violencia puede ser una expresión de la rabia y el sufrimiento y depresión, así como una toma del control sobre su vida.
Pensamientos suicidas: es necesario tomarse en serio cualquier comportamiento o comentario por parte del adolescente, junto a sentimientos de no ser aceptado o querido por su familia o grupo de amigos. Pensamientos acerca de la muerte, verbalizaciones como por ejemplo “mi familia estaría mejor sin mi”, “me quiero morir” etc. deben ayudarnos para prevenir conductas suicidas e impedir comportamientos que hagan peligrar la vida del joven.
Tratamientos de la depresión en adolescentes
Podemos dividir los posibles tratamientos en tratamiento farmacológico y psicológico.
En cuanto al tratamiento farmacológico, aunque es muy similar al tratamiento en adultos, suele usarse la Fluoxetina como tratamiento de elección en la depresión infantil y adolescente, siempre en casos moderados o graves y recetado por un médico.
En cuanto al ámbito psicológico, se ha demostrado la eficacia tratamientos multicomponentes formados fundamentalmente por cognitivo-conductuales. Entre las técnicas utilizadas se recomiendan: Actividades agradables, reestructuración cognitiva, resolución de problemas, resolución de conflictos interpersonales, habilidades sociales, autocontrol y relajación.
El primer objetivo del tratamiento psicológico será vencer la inactividad o “dejadez” que normalmente ocurre en los adolescentes que padecen depresión. Esto se realiza a través de la elaboración de una lista de actividades agradables para el joven, que lo ayuden a sentirse competente, a obligarse a no pasar demasiado tiempo en casa y evitar pensamientos rumiativos constantes.
La reestructuración cognitiva y el entrenamiento en autointrucciones positivas, son beneficiosas para los jóvenes que presentan abundantes distorsiones cognitivas y pensamientos negativos automáticos. Hay diferentes formas de realizar reestructuración cognitiva, ya sea según Ellis o Beck, y la elección debe hacerse individualmente dependiendiendo del caso y del profesional. Las habilidades sociales pueden ser un componente del tratamiento muy importante, en el caso de que el adolescente carezca de capacidades comunicativas y/o de resolución de problemas interpersonales.
En el tratamiento no hay que olvidar el grado de autocontrol que tiene el adolescente tiene sobre sus emocionales. Técnicas como la relajación y el manejo de las emociones pueden ser útiles para elevar su grado de autocontol, disminuyendo el estrés y aumentando la autoconfianza.
Debido a la frecuente comorbilidad entre trastornos de ansiedad y depresivos, las técnicas de relajación pueden mejorar el estado de ánimo debido a las emociones agradables que generan y que contrarrestan las emociones negativas vividas.
Por último, también es favorable trabajar con los padres las habilidades de comunicación, los métodos de disciplina positivos, el manejo de conducta y el control de las propias emociones, ayudarán a que el principal contexto de apoyo del adolescente sea favorable a su recuperación.
Depresión en adolescentes: ¿Cómo puedo ayudar?
Si crees que tu hijo, hermano, familiar y otro adolescente conocido padece depresión, te doy una serie de consejos que pueden resultar útiles. Sin embargo, es importante que sea un profesional el que lleve a cabo un tratamiento eficaz, que disminuya el malestar y lo síntomas depresivos.
Detectar los síntomas es muy importante y para ello es necesario observar el comportamiento del joven así como los cambios de hábitos. Pueden haber una disminución de las salidas de casa, empeoramiento en los estudios, dejar actividades extraescolares que antes le gustaban etc.
Ofrecer un entorno de confianza, afecto y comunicación. Ayudará a hacer sentir al joven que cuenta con una fuente de apoyo.
Mantener abierta la comunicación y la escucha de forma empática.
Hablar, contar las preocupaciones y aceptar los sentimientos. Hay personas que no hablan de sus sentimientos si no se les pregunta directamente. Para ello es necesario encontrar un momento oportuno y tener la confianza suficiente.
No juzgar ni sermonear. No es apropiado decir frases como “no tienes por qué estar así”,"no tienes motivos", "tío, no te ralles" etc. Los sentimientos y emociones son algo muy personal, lo que para una persona es una fuente de felicidad y bienestar para otra puede ser algo preocupante. Así mismo, las personas no llevamos un cartel que pone nuestros problemas, puede que sea algo que no quiera compartir la causa de la depresión.
Confía en tus instintos. Si el adolescente te dice “no pasa nada, todo está bien y no hay una causa para el estado de ánimo deprimido”, pero no es convincente lo mejor será hablar con otras personas de su entorno (hermano, profesor o amigo). Recurrir a una tercera persona de confianza puede ser beneficioso.
Estimular al adolescente para hacer actividades placenteras tales como deporte, voluntariado, o se relacione socialmente.
Proporciónale un horario y unos hábitos saludables, buena alimentación y establezca los límites con el uso del ordenador o videoconsola.
Si cree que hay riesgo de suicidio, debe ponerlo en conocimiento de profesionales.
Referencias bibliográficas
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