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Motivación, ¿cómo mantenerla?

Cuando hablamos de motivación, nos referimos a un estado interno que activa, dirige y mantiene la conducta de la persona hacia metas o fines determinados. Es decir, es el impulso que nos mueve a realizar determinadas acciones y a persistir en ellas hasta su finalización.


A lo largo de nuestra vida, nos proponemos diferentes metas, retos u objetivos a medio o largo plazo. Para lograrlos, es necesario persistir en ciertas actividades y no olvidar el objetivo. Por ejemplo, para poder realizar el viaje de nuestros sueños, tenemos que ahorrar durante un tiempo y usamos diferentes estrategias para ello, por ejemplo: poner una hucha en un lugar visible e ir llenándola, privarnos de otras actividades para poder ahorrar, buscar otras formas de ganar dinero etc. Además, durante este proceso sabemos que no podemos tocar ese dinero para otras actividades a corto plazo, por ejemplo ir de rebajas o comprar la play station 5.


¿Qué tipos de motivación hay?


Hay tres tipos de motivación para realizar una actividad:


1. Motivación Intrínseca: realizar una acción por el simple hecho de hacerla, porque nos nace hacerlo, nos resulta placentero e interesante o porque nos supone un reto atractivo. Por ejemplo, realizar ejercicio físico porque nos gusta estar en forma. La motivación intrínseca, nos viene de actividades que generalmente aportan un estado placentero de concentración. Las actividades nos crean una sensación de ser competentes, de explorar, investigar, de desafiarnos.


2. Motivación extrínseca: realizar una acción porque nos aporta algún refuerzo o recompensa o evitamos un castigo. Por ejemplo, trabajar en algo que no te gusta porque necesitas el dinero. Esta motivación depende del contexto y del refuerzo que nos ofrece, por lo que cuando esto cambia nuestra motivación disminuye.


Por supuesto, si a una actividad que nos reconforta le añadimos un refuerzo, podríamos llegar a realizarla únicamente por esa recompensa. Por ejemplo, si nuestro hobbie es la fotografía y la convertimos en nuestra profesión, es muy probable que pasemos de una motivación genuina a otra motivada por el dinero y la calidad de vida que podemos tener ejerciendo ese trabajo. Esto se llama efecto de sobrejustificación.


3. Motivación social: se refiere a los efectos de la presencia o las acciones de los demás en nuestro comportamiento. Nuestro comportamiento puede ser motivado por el efecto de la coacción, la atención de los demás hacia nosotros o la persuasión.


¿Cómo podemos mantener la motivación intrínseca?


La motivación intrínseca es fundamental cuando estudiamos en el instituto o la universidad (nos permite ser curiosos formándonos), estudiando oposiciones, para sentirnos realizados laboralmente, para ejercer como voluntarios, para disfrutar de actividades que a priori no nos aportan beneficios económicos ni sociales evidentes. También es fundamental para mantener hábitos de vida saludable como el ejercicio físico o la alimentación saludable, ya que sus resultados nos benefician a largo plazo, pero a corto plazo pueden resultar incluso desagradables.


Nuestra motivación se enfrenta a diferentes retos, como es la tolerancia a la frustración cuando no cumplimos nuestros objetivos a pesar del esfuerzo o la tolerancia a la incertidumbre, así como otras variables como el estrés, el agotamiento físico y mental. No obstante, os dejo unos consejos generales para continuar motivados a pesar de las circunstancias:


  1. Plantea objetivos a corto plazo: si buscamos escalones cortos, nos costará menos subir la montaña. Plantear pequeños retos u objetivos a corto plazo nos ayudará a ver la meta más cerca.

  2. Márcate los límites con un calendario o agenda. Visualizar nos ayuda a estar centrados, a ponernos límites y a planificar nuestro recorrido. También nos ayuda a organizar tareas y ser más eficientes. Una vez que escribas algo, procura llevarlo a cabo. Además puedes utilizar diferentes formatos atractivos para ello.

  3. Celebra esos pequeños logros. A veces se nos olvida que ir paso a paso nos ayuda a lograr grandes cosas. En la gran mayoría de casos la suerte se trabaja, por lo que celebrar pequeñas victorias nos ayudará a sentirnos mejor con nosotros mismos, a valorar nuestro esfuerzo y a no perder de vista el objetivo.

  4. Visualiza el objetivo, ten siempre presente por qué lo haces y qué quieres conseguir a través de pensamientos o frases motivadoras que te lo recuerden, imagínate logrando tu objetivo.

  5. Aprende a exigirte. Generalmente, queremos obtener resultados a corto plazo y que éstos se mantengan en el tiempo. Dependiendo de la actividad es posible o no, por lo que analizar nuestro caso personal, nuestro contexto o preguntar a expertos, puede ser una gran alternativa. Hay que tener cuidado con las sobreexigencias, ya que no por querer correr más, llegaremos antes.

  6. Rodéate de gente que valore lo que haces y te apoye. El apoyo social es algo muy importante cuando nos enfrentamos a un reto. Poder compartir nuestras experiencias y frustraciones relacionados con nuestra falta de motivación, estado de ánimo o interés por esta tarea nos aporta confianza y un sentimiento de compañía.


¿Y tú? ¿Pondrás a prueba estos consejos?


Nota: este artículo tiene fines divulgativos de carácter general y no sustituye a una terapia psicológica.


Referencias bibliográficas:


  • García, F. J y Doménech, F (1997). Motivación, aprendizaje y rendimiento escolar. http://reme.uji.es/articulos/pa0001/texto.html

  • García, D., Londoño, C. y Ortinz, L. (2016). Factores internos y externos que inciden en la motivación laboral. Revista Electrónica Psyconex, 8(12), 1-9. Recuperado a partir de https://revistas.udea.edu.co/index.php/Psyconex/article/view/326981

  • Psicología Básica (2017). Manual de Preparación PIR. Academia APIR.


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